jueves, 6 de septiembre de 2007

La boda (IV): La ceremonia.

Tras los prolegómenos antedichos, y en un lugar cuyo nombre, como el verdadero de los protagonistas de esta historia, voy a callar, aconteció el casorío que estamos despachando. No diré sino que era en un castillo, y dentro del mismo en la iglesia que lo corona y que es famosa en toda la Cristiandad por las reliquias que guarda. Acudimos, pues, los Von Buchweizen en pleno, ocupamos un banco, no muy lejano del altar ni muy cercano al mismo, y esperamos al comienzo de la ceremonia. El cura y el sacristán daban los últimos toques en el altar, y el coro rociero (para alegría de Alfina, rociera de pro, y estupor mío, rociero de contra) ensayaba los cantos que entraban en la liturgia, mientras el novio veía que le faltaban manos, ojos, bocas y cabeza para atender lo que se le venía encima. Pero me echó el ojo encima y me abordó:

- Localízame a la familia de la novia y diles que se pongan en primera fila y que tienen que hacer unas peticiones.

Me cayó curro, pues. Salí de la iglesia con Abi y Ro de intérpretes auxiliares, localicé a un tipo con cara de ruso y le dije, recuperando el ruso que llevaba una semana sin hablar:

- Usted es ruso, ¿verdad?
- Sí, vengo por la parte de la novia.
- Eso lo sospechaba, pero ¿me puede decir dónde está la familia de la novia?

El ruso miró en derredor suyo y, tras unos segundos, me señaló tres figuras que avanzaban trabajosamente por la subida que llevaba hasta la iglesia.

- Ahí están. Es esa señora de rosa claro al lado de la azul claro con la diadema.
- Ya las veo -es evidente que mantenían las costumbres nacionales en lo referente al atuendo y reivindicación de la coentor más genuina.

Abordé a las señoras, me presenté y les dije que tenía indicaciones del novio de conducirlas hasta sus puestos y de informarles de que estaba previsto que leyeran unas peticiones. Iba a añadir de mi cosecha que sería después del Credo, pero me pareció difícil que pudieran identificar el Credo en la liturgia católica en castellano y preferí dejarlo en manos más cercanas a ellos (supongo que esas manos más cercanas les darían un pellizco cuando les tocara).

A punto de empezar, aparecieron, primero, y sudando copiosamente, Federico y Kloonich, éste armado de cámara.

- Este pueblo está muy lejos - dijeron, dando un suspiro.

Luego llegaron Roberto y el Coronel, al ver al cual en el estado que venía, aún más lamentable que de costumbre, todos dimos un respingo.

- ¡Pero qué lejos está este pueblo!

Y aún llegaron Planeta y la Zorra.

- Casi llegamos tarde. Está lejos, esto. Y ayer nos fuimos de marcha por ***.

En éstas, llegó la novia, galana y hermosa ella, vestida de blanco, con paso firme y sonriendo a diestra y siniestra. Ocupó su lugar junto a Gannivet, no menos garrido mozo, y así se inició la liturgia. El cura, que no sé qué pláticas habría tenido antes con los novios, o más bien sólo con el novio, porque difícilmente pudo entenderse con la novia, no parecía entusiasmado por el evento. Antes bien, a lo largo de la Eucaristía insistió a la feligresía varias veces en que pidiéramos a Dios por los novios, señal de que ve la ayuda divina más necesaria que de ordinario. Los familiares de la novia recitaron sus peticiones a la perfección, en ruso académico, y fueron los familiares del novio los que se equivocaron y perdieron la chuleta donde llevaban la petición escrita, para impaciencia del cura, que les echó algún rejón. Pero finalmente todo se remató como es debido, y Gannivet y Forqueta (la llamaremos así) se convirtieron en la familia Lecter, a la espera de aumentar sus cuitas con el cuidado de los hijos que tuvieren, para, después de una feliz ancianidad, reunirse con el Creador.

Pero eso será más adelante. Entretanto, tocaba convite, así que, no bien pudimos ir en paz, dimos gracias a Dios, salimos de la iglesia y he aquí que fuera nos encontramos con Akelarre, recién llegado del Norte y vestido con camisa y vaqueros.

- Pues no pensaba venir, pero esta mañana me he decidido. No tengo traje y he llegado tarde a la iglesia, pero aquí estoy.

Parecía lógico que Akelarre no hubiera entrado en la iglesia, lugar poco propicio para buscar infiernos. Por cierto que había llegado con la madre de sus hijos y su hijo mayor correteaba por el patio del castillo, igual que Abi, Ro y Ame; pero ya no los volvimos a ver en toda la noche.

Y con esto llegamos a la auténtica entrada por encargo, cuando, después de un accidentado viaje por las empinadas y atascadas calles del pueblo, llegamos al restaurante del convite. De lo que pasó allí contaré lo que se pueda contar, pero eso no será ahora.

1 comentario:

Esther Hhhh dijo...

Pues sigue sin quedarme claro si era en España, pero a juzgar por el acento del cura, yo creo que sí.
Bonita cermonia bilingüe, si si... Y curioso el lugar elegido, me gusta, fijate, con castillo y todo, y lejos, ha quedado claro que estaba lejos...

Lógico que Akelarre no entrara en la iglesia claro, si es que lo mismo las gárgolas no le dejan entrar, ya se sabe...

Y el nombre de la novia, perfecto, claro Tenedor, como no, bueno Tenedora más bien, bueno seamos más precisos Tenedorcita, jejejeje... Así que ahí queda, el matrimonio Lecter, formado por el Sr. Cuchillo y la Sra. Tenedorcita. La verdad que en valenciano suena más mejor...

En fins, voy a practicar con leyes un rato que de aquí a unas horitas me enfrento a... EL EXAMEN (Música de misterio sonando...)

Besitossssssss